14 Ene Transporte aéreo y contaminación atmosférica en Barcelona
La gestión del futuro del transporte aéreo ante la amenaza de la contaminación atmosférica en las ciudades adyacentes a los aeropuertos en Cataluña.
Desde que se denunciara por Greta Thunberg la situación aparente que vive el planeta en relación a la contaminación atmosférica y el calentamiento global hace unos meses, las autoridades de Cataluña han puesto el ojo en las infraestructuras que, según su opinión, generan mayor cantidad de contaminación medioambiental.
La más reciente denuncia ha sido la que ha formulado la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau pidiendo la supresión del servicio que une la capital de España, Madrid con la capital por excelencia del sur de Europa, Barcelona, denuncia a la que se ha sumado el equipo de Gobierno municipal encabezado por el concejal Eloi Badia, un conocido activista medioambiental cuya obsesión reside en reducir el turismo en la ciudad de Barcelona y su impacto económico.
A éste le ha seguido la teniente de alcalde de Barcelona, Janet Sanz, persona sin experiencia en el ámbito del transporte ni medioambiental que recientemente ha comunicado que los trabajadores del Ayuntamiento y sus concejales del equipo de Gobierno no usaran el transporte aéreo en sus desplazamientos en distancias de menos de 1000 kilómetros, siempre que cuenten con alternativas ferroviarias.
Estas manifestaciones contra el transporte aéreo provenientes de representantes políticos del comunismo democrático se ha sumado recientemente la plataforma Zeroport, integrada por activistas contra el cambio climático que pretende paralizar el crecimiento del puerto y del aeropuerto de Barcelona y la reducción de las emisiones de CO2 de estas infraestructuras para cumplir con los objetivos climáticos que la Unión Europea y la Ley catalana de cambio climático han fijado para el año 2030.
La Generalitat de Catalunya ha convocado para el día 17 de enero de 2020 la primera cumbre de acción climática catalana presidida por del Hble. Sr. Joaquim Torra como punto de encuentro de la hoja de ruta que el gobierno catalán quiere llevar a cabo para mitigar el cambio climático implicando no solo a las políticas del territorio sino a los agentes involucrados en la contaminación tras la aprobación del plan de emergencia climática que incorpora, entre otros objetivos, generar un modelo energético renovable, desnuclearizado y descarbonizado además de asumir un modelo de movilidad sostenible.
Pero cabe preguntarse si efectivamente dichas instalaciones son responsables de la contaminación de nuestras ciudades, en concreto Barcelona o si por el contrario existen intereses generados para culpabilizar a estas infraestructuras de la mala calidad del aire en la ciudad condal y si el modelo que se pretende de sostenibilidad es compatible con el modelo actual de transporte aéreo y del desarrollo de sus infraestructuras.
Según un informe de la Agencia Europea Medioambiental,( EEA), los gases que exhalan los reactores contribuyen al calentamiento global de la atmósfera que está en la génesis del cambio climático en un 2% del total mundial y se prevé que se multipliquen por cuatro para el año 2050. El sector las ha aumentado a un ritmo del 2% anual. Solo entre 2013 y 2016 el salto fue de un 25%, según la EEA.
La Organización de Aviación Civil Internacional ha aprobado un plan para afrontar el problema de la contaminación mundial, que pasa por comprar derechos de emisión. Pagar a los sectores que sí contengan los gases para utilizar sus cupos en un concepto denominado: «crecimiento neutro de carbono». El acuerdo para incluir a las compañías aéreas, alcanzado octubre de 2016, es voluntario.
Las previsiones de la OACI es que el consumo de combustible por parte de sus asociados se multiplique por 2,8 a 3,9 en 2040. Las compañías fabricantes de aeronaves se han comprometido a mejorar la eficiencia de los motores de los aviones y a impulsar la reducción de las tasas de emisión de esos motores.
El plan de OACI de neutralidad de carbono a base de compra de derechos supondrá un 0,2% y un 0,6% de los ingresos del sector en 2020 (entre 1.300 y 5.300 millones de euros dependiendo del precio de la tonelada de CO2 ). Para 2035 la horquilla llegaría a 0,5%-1,4%, de acuerdo con los cálculos de OACI, si bien el plan no se iniciará hasta este año 2020. Y a partir de este año, los millones de toneladas que superen esa cantidad serán por los que el sector de la aviación pague. Comprará la posibilidad de producir más gas a aquellos que sí hayan recortado sus emisiones reales. Al resultado de esta contabilidad a base de talonario se le llama «crecimiento neutro de carbono».
Con dicho plan será la primera vez que la aviación comercial afronta algún mecanismo para atenuar el cambio climático causado por el negocio del transporte aéreo.
El problema de la contaminación no es culpa del transporte aéreo
A ello se suma la contaminación en las infraestructuras aeroportuarias, como el del aeropuerto de Barcelona, producto del queroseno, donde la propia OACI publicó un informe en septiembre de 2016 en el que alertaba del elevado índice de PUF ( partículas en suspensión de tamaño nanoscópico que se forman en los motores de los aviones y diésel por la combustión incompleta del combustible) en los aeropuertos en los que se habían iniciado estudios en esa materia y donde se alertaba además, del coste económico y social si no se tomaban de manera urgente medidas destinadas a paliar este problema.
La gestión de dichos planes de OACI o de la Agencia Europea del Medioambiente pasan por la elaboración de un plan director de aeropuertos que en la actualidad para el caso de Cataluña y debido a la inactividad parlamentaria en materia de infraestructuras para el transporte aéreo, se encuentra paralizada habiendo caducado el plan de aeropuertos que la Generalitat de Cataluña estableció entre los años 2009 y 2015 sin que a día de hoy se haya elaborado un nuevo plan que contemple el desarrollo de las infraestructuras aeroportuarias de Cataluña desde el año 2015 y hasta la fecha y que debería acomodarse a las demandas de las agencias internacionales de medioambiente y de la propia Organización Internacional para la Aviación Civil (OACI) que ya han aprobado planes de contención de emisiones de CO2 así como formulas aplicables a las operaciones aéreas.
Atendiendo a los datos técnicos de emisiones es evidente que la contaminación que ofrece el aeropuerto de Barcelona no es cuantificable a efectos de la contaminación que presenta la ciudad de Barcelona, donde la alcaldesa Ada Colau imputa la contaminación al transporte aéreo entre otras causas. La respuesta de Ada Colau, quien en la pasada legislatura no ideó un plan de contingencia para atajar el problema de la contaminación en Barcelona, es apresurada y sin criterios técnicos que avalen la emergencia climática de la que se responsabiliza al puente aéreo.
La medida aprobada hoy por la que los funcionarios y concejales del equipo de Gobierno dejaran de utilizar el transporte aéreo en distancias menores de 1000 km es arbitraria y publicista y no servirá para solucionar el problema que tiene Barcelona desde que se ampliara el puerto y se aumentara la presencia de los cruceros en sus instalaciones.
Las emisiones del aeropuerto de Barcelona tienen una escasa incidencia en la contaminación atmosférica de la ciudad que es perfectamente imputable al tráfico rodado, especialmente los camiones de Mercabarna y al aumento de la actividad crucerista. La solución planteada del tren como alternativa menos contaminante no se ajusta a la realidad por cuanto tanto la fabricación de unidades como la construcción de infraestructuras y la puesta en marcha y funcionamiento de las mismas, en especial de las LAV (Líneas de Alta Velocidad) generan una serie en impactos ambientales que deben tenerse muy presentes y que parece obviarse en la denominada moda antiaérea medioambiental.
Así mismo cabe recordar que el transporte marítimo genero un 22% mas de emisiones contaminantes, y según un estudio de la EEA este sector tendrá que reducir las emisiones de las chimeneas de los barcos un 13% para 2030 y un 63% para 2050. Esa es la principal causa a mi modo de ver de la contaminación barcelonesa junto a la movilidad terrestre.
Soluciones para el futuro aeroportuario de Barcelona
El futuro de la convivencia entre los aeropuertos, los aviones y las ciudades en Cataluña pasa por el desarrollo de motores híbridos para la aviación cuya combinación por mitad en el uso de combustibles fósiles y de electricidad. Un estudio de la universidad americana de Illinois, determinó en el año 2019 la posibilidad del uso de este tipo de motores a corto plazo si bien no se prevé que hasta el año 2045 pueda estar disponible en el mercado aeronáutico con plena efectividad para la lucha contra las emisiones a la atmósfera a fin de cumplir con la agenda 2030 del protección del medioambiente.
El gobierno de España configurado por PSOE y Podemos además de los nacionalistas de ERC deberá elaborar un plan de lucha contra la contaminación en las ciudades pero sin criminalizar el transporte aéreo a la vista de los datos ofrecidos por la Agencia Europea de Medioambiente y debería impulsar junto con las universidades politécnicas catalanas y el INTA ( Instituto Nacional de Investigación Aeroespacial) y AIRBUS el desarrollo de un motor híbrido capaz de asumir el aumento de tráfico aéreo que se espera en los próximos años en las infraestructuras catalanas y que podría rondar los 90 millones de pasajeros solo en el caso del aeropuerto de Barcelona.
Penalizar las rutas de menos de 1000 km como ha decidido Ada Colau puede suponer la muerte civil de las infraestructuras aeroportuarias como Girona – que carece de conexión de tren- Reus Costa Daurada y Lleida Alguaire y el despido de muchas familias que a día de hoy viven de la actividad de dichas infraestructuras y lo que en su entorno generan. de ahí la necesidad de elaborar un nuevo plan aeroportuario de Cataluña que garantice desde el Gobierno de España y con la anuencia de la Generalitat el desarrollo del transporte aéreo y la reducción de la contaminación atmosférica para cumplir con los planes del Parlamento Europeo en su lucha contra el cambio climático.
Atendiendo lo anterior es evidente que existen intereses generados para culpabilizar a nuestro aeropuerto de la contaminación en la ciudad condal y si no se produce un cambio en el modelo actual del transporte aéreo dependiente del queroseno, este será incompatible con la sostenibilidad aun a pesar de su escasa incidencia en la contaminación global por cuanto esos intereses se encargaran de asfixiar el negocio y desarrollo que supone tener un aeropuerto a 15 km de Barcelona y de cualquier capital de provincial de Cataluña bajo el paradigma de “un mundo mejor”. Los gobiernos, como explicaba en mi anterior artículo sobre el modelo aeroportuario de Andalucía, deben ser ágiles e implementar planes de actuación porque estamos en un mundo globalizado y competitivo que exige actuar de forma decidida.
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